jueves, 3 de octubre de 2013

Exposición fotográfica: Siguiendo esta medicina que es Onorúame... fotografías de un camino rarámuri



Carlo Bonfiglioli
IIA - UNAM
Oct 4
14:30 hrs.
Instituto de Investigaciones Antropológicas

Hago trabajo de campo en una comunidad del alto río Conchos, en la sierra Tarahumara, desde 1987. Pese a que mi pasión por la fotografía viene de lejos, durante mis primeras estancias de trabajo—las más largas—no tomé ninguna fotografía de la sierra, ni siquiera de aquellos rarámuri con quienes vivía. Hoy lamento no contar con ese registro; sin embargo, haber iniciado mi trabajo de campo sin cámara en mano fue para bien. La cámara despierta suspicacias que en ese contexto no venían al caso.



Tomé las primeras fotografías con una camarita de bolsillo, diez años después de mi llegada a la sierra y casi por juego. Desde 2004 utilizo una cámara digital --también de bolsillo. El uso de lo digital ha sido una mini-revolución en mi relación fotográfica con la gente. Disparo. Enseño. Ríen. Disparo nuevamente. Se divierten. Lo que sigue es una progresiva familiarización con la cámara, hasta llegar a olvidarse de ella.



Cuando los rarámuri preguntan ¿para qué son las fotos? Les contesto “para no olvidar y para enseñar”, palabras sencillas, pero que logran explicar la razón de mis fotografías, su vinculación con el trabajo de campo, el trabajo en la universidad. No dan cuenta, claro está, de un componente más difícil de traducir y que tiene a que ver con mi sentir estético y emocional.



La fotografía como memoria es algo nuevo para los rarámuri. El día que les mostré las fotografías en blanco y negro y el video que habían tomado François Lartigue y Scott Robinson a finales de los sesenta, percibí que estaba asistiendo a un hecho insólito. Descubrir a sus pares inmortalizados en el papel despertó gran curiosidad y estupor, sobre todo cuando se enteraban de que las únicas personas que no reconocían en las fotografías eran ellos mismos. Algo normal para quienes no estaban acostumbrados a usar un espejo.



En 2005 los acompañé por primera vez al desierto, viaje en el que se mezclan el propósito de la colecta de la medicina con aspectos iniciáticos. Llevé mi cámara. Recuerdo que no me atreví a sacarla, creo que por respeto a los límites. No pasó mucho tiempo sin que uno de ellos me preguntara por la cámara “ (…) para que nos saque un foto.” Me pareció cuando menos curioso que en un momento tan especial fueran ellos quienes quisieran un retrato, un recuerdo de viaje. Me sentí gratamente corresponsable por haber alentado un estilo, por más insólito que fuera. Pero también tomé conciencia de haberme convertido en su fotógrafo de confianza, hecho del que también me siento gratificado.

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5 meses después de esa salida, en marzo de 2007, organizamos la “raspa” que le debíamos a Jíkuri, a manera de pago por el apoyo recibido. Las imágenes que presento documentan esos acontecimientos.



El título escogido para esta pequeña exposición --“Siguiendo la medicina que dejó Onorúame (el demiurgo)”-- es un aforismo estrictamente relacionado con la fotografía que aparece en el cartel. Es lo que estaba cantando el chamán cuando tomé la fotografía, momento también de comunicación con Jíkuri y Onorúame. "Seguir el jíkuri" no apunta a la búsqueda de caminos individuales sino colectivos. Búsqueda orquestada por el chamán para producir –-a través del sueño, del canto y de la danza—la confluencia de caminos anímicos que conducen al re-equilibrio de las relaciones y, en última instancia, a la sanación.

Carlo Bonfiglioli